VII Triatlón de Elche

Hay que ver, con las ganicas que tenía yo de correr en Elche... y nada más ver la startlist recibo el mazazo psicológico de verme en el grupo de edad 30-34. Y es que verse uno en la treintena cuando aún no se ha hecho a la idea de estar en 29... en fin, tengo por delante diez años para acostumbrarme, ¿no?.
Tras el madrugón de rigor, llegamos a los Arenales de Elche un buen equipo: Edu, Bleda, el Ruso y yo. Y a la dirección técnica, ánimos, fotografía y demás menesteres: Natalia, que como siga jalándose eventos deportivos a este ritmo, se va a convertir en una mezcla de Manolo Sáiz y Graham Watson.

Tras dar todos los pasos burócratas en esto de los triatlones (entrada a boxes, material, guardarropa...) nos enfundamos en los neoprenos. Yo necesitaba nadar un poco para coger confianza, ya que estaba sin meterme dentro del traje desde el 6 de Junio del año pasado. Total ná. Y con lo que me había costado el año pasado coger un poco de "maña" nadando en aguas abiertas, me hacía falta ese puntito de tranquilidad antes de que se diera la salida.

Escucha... tranquilidad la que yo me sé. Me tiro al agua, doy dos brazadas en las que casi me ahogo. Shock total. Salgo, pienso, me vuelvo al agua... lo vuelvo a intentar con el mismo resultado. Los 15`que pasé desde ese instante hasta la salida, para mí se quedan. Acojonado es poco. Yo ya pensaba "a tomar por culo Elche, a tomar por culo Niza y a tomar por culo todo", estaba visualizando ya la retirada (poco honrosa) tras nadar 100 o 150 metros, con millones de personas viendo aquello en la arena.
Hablo con Natalia, con Edu, con Oscar... me quito el neopreno para sacarme la banda del pulsómetro. No quería que me molestase nada. En fin... para mí se queda ese rato.

Cámara de llamadas y ¡salida! me meto el último en el agua y con confianza 0 empiezo a nadar. Tras diez o doce brazadas, cuando veo que todo va bien... no era poca la alegría que tenía jajaja. Ahí empiezo a coger algo de ritmo y empiezo a cazar gente. Llegando a la primera boya entro en lo que debía ser la cola de un grupo grande, ya que a los que había adelantado antes eran gente suelta. Sigo pasando y disfrutando de la natación, viéndome bien (para mi nivel, claro xD). En la tercera boya ya metido en medio de mucha gente me dan varios golpes, patada en la jeta incluída. Pero yo era todo alegría. De ahí a la salida me aprieto más intentando rascar algo de tiempo.
Salimos del agua, me noto algo mareado pero se me va mientras hago la transición (algo lenta) y echo a correr con la bici. Este era el momento que más temía. No quería pasar otra vez por el desfonde del año pasado, el salir del agua vacío absolutamente, pero desde la primera pedalada veo que voy perfecto y que no tengo ni tan siquiera el pulso alto.

Los primeros kilómetros son llanos y con buenas rectas cerca del aeropuerto. Ahí me acoplo y voy rodando sobre los 40 kms/h y pasando a mucha mucha mucha gente.
Al pasar sobre la A7 la carretera empieza a picar para arriba (¿esto no era llano?) de una forma bastante asquerosa, incluso tengo que quitar plato varias veces. Voy bastante conservador con el pulso, no pasando de 160 ppm. Picando para arriba y viento en contra ¿se puede pedir algo más?, muerto de asco llegamos a Aspe. De ahí a Elche, bajada rapidísima por una nacional de dos carriles con viento a favor.
Llegando a Elche, vuelve a cambiar el aire y de nuevo en contra. De ahí a la T2 eran rectas larguísimas, sin un mal cruce, sin nada que tapara el aire. Aquello era sólo cuestión de agachar el morro y acoplarse, cosa que me costaba ya un poco, porque llevaba los tríceps cascadillos.

Momentos de máximo agobio antes de la salida

Una cosa que me ha gustado es que pese a que, por momentos, había bastante gente rodando, la peña era muy escrupulosa con el drafting. No he visto a nadie intentando aprovecharse del esfuerzo de otros, lo cual mola.
A eso de 10 kms para el final llevaba una media de 34,9 kms/h pero decido levantar un poco el pie para llegar más entero a la T2, con el vientaco que pegaba por ahí el resultado de bajar un peldaño el nivel de exigencia fue que la media bajara  1 km/h así con toda la tontería....

T2, me calzo las zapas y a correrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. Elche tiene fama de una carrera a pie dura, pero joder... a los 600 metros de carrera cuando aún no se ha bajado mentalmente de la bici... PA! escaleras. Y no se acaba ahí la cosa, que cuando piensas que ya estás arriba y te puedes relajar te encuentras un muro de esos "liejeros" del 20% que te dejaba suave. Bajamos de nuevo al paseo (no sin antes subir otro repecho) y allí me encuentro a Jorg y a Natalia peleándose con la cámara de fotos. Les saludo y sigo para delante, bajando por una carretera que dejábamos para acabar en un camino incómodo, donde era imposible coger ritmo. Por ahí pasabas un par de kilómetros (si era menos a mí se me hizo largo jejeje) y se salía de nuevo a la carretera que cogías para arriba, para volver a salir a otro camino con su respectivo repecho con avituallamiento incluído que bajaba a la playa por una pasarela que tenía su mini-repecho propio.

La arena era lo peor. 300 metros clavándote en la arena, con el pulso 10 ppm más alto, corriendo lentíiiiiiiisimo y acordándote de la madre del Ximo y de toda su estirpe. Juro que me dan igual los escalones, los caminos y los repechos, pero lo de la arena me parece una sobrada. Salías de la arena, subias por una pasarela, volvías a subir por la carretera y se llegaba al paseo, donde podías disfrutar de 500 metros llanos.
Como me veo bien, en la segunda vuelta decido apretar un poco el ritmo para  hacerla en negativo (la segunda más rápida que la primera) pero sin pasarme de listo y respetando los ritmos.

Se me pasó rapidísimo el segmento de carrera a pie, cuando me dí cuenta ya estaba en el paseo. Por cierto, que en esta segunda vuelta hubo un par de personas que estaban corriendo con las que me crucé y me saludaron pero... ¡ni idea de quienes eran! y lo más jodido del tema era que me llamaron por mi nombre.
Pues muy contento, acabé muy entero y disfruté mucho del día, de la experiencia y de la compañía. Y también un plus de confianza sobre todo el trabajo que llevamos encima.