domingo, 28 de enero de 2018

Titán de la Mancha

En un fugaz cruce de cables a finales de un verano raro e irregular sobre la bici, decidí inscribirme a la Titán de la Mancha, aprovechando la participación de Alfredo y Jose Miguel. Era una prueba que entraba en mis planes en 2016 pero que, finalmente, quedó aparcada.

Así que tras un rápido viaje de unas tres horas, llegamos a Alcázar de San Juan donde recogimos los dorsales, disfrutamos del ambientazo ciclista que había en el pueblo y tras la cena, a la camita.

* 200 kms en 9h43`(20,6 kms/h) +2.950mt @ 146/181ppm

Madrugón para pillar un buen sitio en la salida y evitar los posibles tapones en los primeros kilómetros.
Los primeros compases de la prueba se desarrollan por Alcázar e intento adelantar unos puestos para cuando se de la salida real. Cuando ésta se da, vamos a mil por hora por unas pistas entre campos de cultivo, entre 35 y 40 por hora, el grupo principal va perdiendo unidades hasta quedarnos unos 50 aproximadamente, me voy a cola para ir guardando un poco, pero... error. Había una polvareda absolutamente tremenda en la parte trasera del grupo y, como era de noche, no podía llevar puestas las gafas, así que me iba haciendo bastante daño en los ojos y con miedo de que me saltara una lentilla, intento remontar pero entramos en una zona con varios cruces y empiezan los látigos y a cortarse gente. Tengo que ponerme varias veces a tope para cerrar el hueco que se abre delante de mí. Echo cuentas y no me sale rentable ir a cola del grupo gastando balas como si fuese una prueba maratón. Levanto el pie y cojo mi ritmo. En contra de lo que pensaba, el grupo se va alejando muy poco a poco. Es difícil hacer diferencias a estas velocidades. Al rato me adelanta el segundo pelotón, no más de 15 corredores que acaban por entrar en el grupo cabecero. Tras ellos, algunos corredores sueltos que marchan a tope para intentar conectar, me animan a seguirles pero... ni de coña ya que hemos pasado el kilómetro 25 y vamos a comenzar las subidas a los molinos.

* Amanece en la subida a los molinos. Foto: Canofotosports.

Continúo a mi ritmo y adelanto rápidamente a todos los que iban pasados de rosca. Encadenamos unas cuantas subidas cortas y explosivas a los molinos, con unas bajadas por senda que no son muy técnicas, pero que son suficiente para que el ritmo de la gente se asiente y sea más razonable.
Entre subida y subida, coincido en un grupo con Antonio de Santomera, que está en todos los frentes y no se pierde una, y que hizo un carrerón aquí, subiendo al podium de su categoría.
Al paso por un avituallamiento, entramos en una zona más boscosa, siempre en ascenso donde vamos colaborando un grupillo de 3 o 4 y hacemos bastante camino. Después, en una zona más quebrada y lenta el grupo se rompe y sigo yo por delante adelantando gente hasta llegar a una subida salvaje de alrededor de un kilómetro... una especie de cortafuegos perfectamente aplanado de unos 30 metros de ancho y una auténtica pared, así que toca pegar chepazos un rato hasta coronar. Las sensaciones son buenas, no hace nada de calor y voy sin descuidar la comida y bebida.

* Comienzo de la trialera de Fuente del Fresno. Foto: Canofotosports.
 
Antes de la subida a la Calderina, que marca el ecuador de la pueba hay que pasar por debajo de una nacional pero, joder... agachado totalmente, tendría poco más de un metro de altura y posteriormente, una zona algo más lenta, con un pequeño tramo de pateo.
En la Calderina subo rápido. Es una subida de pista partida por conos en alguna zona, ya que se sube y se baja por el mismo sitio. Adelanto a mucha gente, corono y para abajo, voy atento para ver si me cruzo con Alfredo y Jose Miguel pero no hay suerte. Ya sólo queda la mitad.
Una corta senda al final del descenso conecta con otra subida (con la que no contaba) de tres o cuatro kilómetros por una pista recién abierta y un palmo de polvo. Yo iba acojonado con la cadena, sin una gota de aceite después de tragar más de 100 kilómetros de polvareda, iba chirríando como un gato. Coronamos y una larga bajada por pista nos lleva a Fuente del Fresno y su temida subida al molino. Algo más de un kilómetro bastante duro, así que meto el 42, me siento y a meter riñones casi diez minutos. Bajada muy guapa por una trialera (probablemente lo más técnico de la prueba), atravieso el pueblo y levanto un poco el pie para comer algo.

Foto: canofotosports.
 
Tras el pueblo venía lo peor del recorrido: una recta de 15 kilómetros picando al 1% de desnivel y viento de cara que me tuvo casi una hora entretenido y me hizo estar cerca de levantar el pie y desconectar varias veces. Tras la recta, la última subida seria, donde tengo que hacer la última zona a pie, por una senda dura debido a problemas con la cadena, por suerte arriba puedo engrasar y continuo.
Quedaban 60 kilómetros sin apenas desnivel, con una primera parte favorable, que coincidía con un tramo que hicimos a la ida y luego la zona final con un par de subidas a molinos.
Voy haciendo camino con un chaval de Hellín con el que puedo colaborar bien, pero él se detiene en un avituallamiento y tiro yo solo.
Por suerte las dos últimas subidas no son duras y las puedo hacer a buen ritmo, pero el cansancio me hace encontrarme torpe en las zonas más reviradas en las sendas de bajada  Una última zona llana y asfaltada nos deja en la línea de meta que cruzo con 9h47´, cumpliendo así mi objetivo de bajar de 10 horas y muy contento con mi rendimiento, muy buenas sensaciones y carrera bien gestionada (alguna vez tenía que ser jeje), exprimiéndome al 101%. No podía haber hecho ni un minuto menos.

* En meta, petado pero contento. Foto: Canofotosports.

Prueba que me ha sorprendido gratamente por sus paisajes y recorrido. La esperaba mucho más monótona. Organización de 10 y muy buen ambiente. Me imagino que será una prueba que crecerá mucho en los próximos años. Habrá que volver.

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