jueves, 8 de marzo de 2018

BRM 300 GD Murcia Randonneurs

Ya el año pasado, pese a la lluvia, me gustó mucho el recorrido de esta brevet. Con buen criterio, los organizadores han vuelto a repetir el trazado que muestra buena parte del litoral murciano. He de decir también, que lleva a engaño, siendo más duro de lo que pueda parecer a priori. Al menos esa ha sido mi impresión en estas dos ediciones.

* 302.8 kms en 11h45 (25.8 kms/h) +3.000 mt | 134/179 ppm


Con una buena participación, prácticamente doblando la del año pasado e incluyendo la grata visita de Txelu que vino al sur en un viaje exprés (huyendo del mal tiempo y la lluvia... jejejej) nos poníamos en marcha con algo de retraso.
Tras pasar Alcantarilla, enfilamos la recta del Decathlon y ahí el grupo se fraccionó. No por el ritmo, la fatiga o los puertos, sino por los semáforos. Los ocho pardillos que nos paramos en todos los que se ponían en rojo, acabamos por quedarnos solos detrás, así que al coger la carretera de Mazarrón y encontrarnos con el vendaval en contra no quedó otra que ponerse a remar. Sin volvernos locos, pero pusimos un ritmo vivo con el que ir haciendo camino todo el día (esa era la perspectiva que se nos abría en ese momento, ya que era materialmente imposible cerrar el hueco).

* Con Txelu, en la Hoya.

Al pasar Alhama, nos encontramos al grupo parado terminando de arreglar un pinchazo, así que seguimos y pronto nos reagrupamos. En ese momento directamente me fui a la oficina un rato que bastante me había dado el aire. Así fui de cháchara con unos y otros hasta el primer control en la Hoya. Paramos en la gasolinera y se formó una cola para sellar que ni en el Alter Ego un sábado por la noche.

 

Al salir del control, el recorrido cambia de dirección y lo que era aire en contra se convierte en favorable durante unos buenos kilómetros. La velocidad se dispara y los kilómetros empiezan a caer sin misericordia. Yo, la verdad, iba un punto incómodo. Esto de coger la bici de finde en finde me hace no acabar de pillar un estado decente de forma. Como Gregorio estaba también deseando soltar, decidimos levantar el pie tras una salida de cadena de Javi y un corte de Txelu. Así que quitamos un puntito y el grupo se va alejando poco a poco, quedándonos por detrás Domi, la cuadrilla del Azud, Gregorio, Txelu, Fran de Corvera, Cristóbal y su bici de CX y alguno más que no recuerdo.

 * Jose en el alto de la Cuesta.

Seguimos relevando hasta el alto de la Cuesta, donde el grupo se fracciona. Nos agrupamos de nuevo todos los participantes del brevet en la Azohía, al final del descenso del puerto. Vamos costeando hasta el comienzo del Cedacero, puerto horrible donde los haya. Allí el grupo se divide definitivamente. Subo con Ginés hablando muy tranquilos y Jose decide quedarse por detrás. La Cofradía de la picacera, compuesta por Rafa y Javi, tiran delante. En la cima espero a Jose y el resto del grupo, que no llevan gps, me esperan a mi en la entrada a Cartagena. Aunque en el descenso del puerto veo a Juanpe y otros en la cuneta, lo que parecía ser un pinchazo, luego me enteré que fue una rotura de cubierta que le llevaría un rato solucionar. Cruzamos la antigua capital cartaginesa todos juntos siguiendo el track y no por el puerto, que quizá hubiese sido más corto, y en cuanto vemos un bar echamos el ancla y comemos un bocadillo.

* Ginés, también subiendo la Cuesta.

El cielo se iba nublando, ayudado por el viento de levante que venía cargado de humedad. Al salir de Cartagena subimos Portmán y Atamaría, con el control en el pueblo en medio de ambas ascensiones. Empieza a chispear a ratos y la carretera que costea por el Mar Menor nos hace perder algo de tiempo, ya que el aire que debería ser favorable, pega a veces de costado, lo que hace que Txelu pierda contacto a ratos con el grupo.

* Todos, en la gasolinera de la Azohía. Foto: Juancar.

En San Javier dejamos la costa y viramos hacia el interior. La carretera empieza a picar hacia arriba y el ritmo del grupo tiene que relajarse para mantener la unidad. La lluvia va aguantando, chispeando y lloviznando a ratos, pero no llega a ser persistente hasta que llegamos a Rebate donde la carretera está mojada y no deja de lloviznar. Aquí es imposible mantenernos unidos, nos volvemos a juntar en la entrada a San Miguel de Salinas, donde estaba el penúltimo control del día. A parte de sellar, había que comer algo porque íbamos casi todos con la reserva encendida. La gasolinera nos recibe y nos aprovisionamos, mientras van llegando por detrás otros participantes.

* En la Azohía.

La vuelta al pantano de la Pedrera se hace pesada. Repleta de repechos, con las fuerzas mermadas, el grupo se parte en cada uno de ellos hasta que en uno de ellos Txelu tiene problemas de calambres y hay que parar un poco. El invierno ha sido duro por el norte y aún va muy cortito de forma.
Decidimos proseguir antes de que se enfríe, pero con calma no sea que recidiven los problemas musculares. Así afrontamos el Cabezo de la Plata, última ascensión de la jornada.

* Comiendo en Cartagena.
 
A mitad de puerto, nos adelantan todos los que habían llegado tras nosotros a la gasolinera de San Miguel. Uno de los últimos en alcanzarnos es Vicente, que decide acompañarnos. Coronamos Txelu, Ginés, Jose, los dos Vicentes y yo. En el cruce de Sucina nos espera Javi, pero no Rafa que seguirá hasta Murcia con el otro grupo. De allí hasta Murcia no hay mucho que contar... la lluvia se iba incrementando conforme nos acercábamos al final y el frío también. Vicente, además, tuvo la mala suerte de quedarse sin luces en la bajada. Al menos no le sucedió yendo solo. Si la bajada del Garruchal es incómoda... de noche, con lluvia y cerca de 300 kilómetros en el lomo directamente da asco circular por ella.

* Txelu, en plena faena en el Cabezo de la Plata

Un buen aguacero nos da la bienvenida al Nelva, donde dejamos los carnets y ponemos punto final a la jornada. Meteorológicamente calcada a la del año pasado.
En unas semanas más. Y espero que mejor.

* Mojados, pero contentos.

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