martes, 20 de febrero de 2018

2ª Brevet 200 GD Murcia Randonneurs

El segundo brevet de la larga serie que tenemos por delante esta temporada, nos llevó por tierras alicantinas. Carreteras que no me gustan mucho y por las que no suelo pasar, así que en parte eran ignotas para mí.

* 202 kms en 7h17 (27.8 kms/h) +1.740 mts | 136/185 ppm

 De nuevo salió otro día de perros, frío y muchísimo aire, aunque por suerte no llegó a cumplirse la predicción de comienzos de semana que vaticinaba algo de agua para la jornada del sábado.
Como siempre el ritual de saludar a los compañeros mientras recogimos la brevet, en esta ocasión tocaba saludar de nuevo al sector alicantino Paco, Alfredo y Antonio, a los que ya hacía tiempo que no veía y se han dejado caer por tierras murcianas para hacer unos kilómetros. Habrá que devolverles la visita.
Unos minutos después de las ocho nos poníamos en marcha. En esta ocasión no tocaba atravesar Murcia por completo, ya que salimos por la carretera de Alicante, que también está bien provista de semáforos.


 * Camino de Cobatillas con Paco.

En Santomera enfilamos hacia el norte mientras voy charlando con Paco sobre temas de trabajo. La carretera va picando hacia arriba, pero por suerte el viento aún no ha hecho acto de presencia. El ritmo es vivo pero se va bien, pero es al atravesar Abanilla donde la carretera se endurece un poco, el grupo comienza a estirarse y las conversaciones van dejando paso a los jadeos. Vamos por la carretera que une Abanilla con Macisvenda y, la verdad, que es de lo más bonito de la zona.
Vamos ahí en el grupo delantero, pero Gregorio y yo decidimos levantar el pie para ver si va entrando gente porque el esturreo es serio. Sólo veo a Rafa y, bueno, Alfredo que va con nosotros.
No es hasta Macisvenda cuando el terreno vuelve a ser llano y la carretera ancha. Poco a poco vamos reagrupándonos pero decido descolgarme para ayudar a entrar al grupo en el que iban Jose y Rafa cosa que logramos hacer tras un calentón serio, con un último relevo rozando las 190 ppm para cerrar el hueco. Poco después entran Javi y Ginés y llegamos al primer control: el Hondón.
Tras sellar, intentamos salir agrupados para mitigar el viento de cara que vamos a tener hasta Villena, pero Rafa y Javi se ponen a comprar plátanos en el mercadillo justo cuando íbamos a salir, así que arrancamos solos.

 * Primer control: Hondón.

Con maña vamos haciendo camino, el ritmo es bueno y prueba de ello es que vamos cogiendo gente y se van uniendo a nosotros. Toda esta zona que discurre por La Romana, cercanías de Monóvar y Salinas es desconocida para mí; vamos transitando por una zona eminentemente agrícola principalmente viña y almendros, con una orografía bastante suave, lo que hace que no haya cobijo alguno contra el viento. Tras Salinas el perfil del Garmin me marca un pequeño puertecillo. Vamos entrando al relevo Jose, Javi, Gregorio y yo, con alguna ayuda esporádica de algunos integrantes del grupo. Al comienzo del puertecillo Jose baja del relevo y se descuelga (¿?), me quedo para intentar reintegrarlo pero no va ni para atrás. Una pequeña pájara. Javi y yo le damos algo de comida y recobra fuerzas enseguida. Además el grupo, que se nos había ido por delante, hace una parada para cambiarle el agua al canario y podemos reagruparnos justo cuando oteamos Villena en lontananza.
En el cruce de carreteras que hay unos kilómetros antes de la localidad tengo un deja vú de aquel 400 de 2015 donde subimos Tudons. Por ahí fuimos, pero en dirección contraria.

 * Epi y Blas.

Si llegar a Villena había sido malo, de Villena a Yecla la carretera y el aire directamente invitaban a aparcar la bici Una recta de más de 20 kilómetros con el aire entrando fuerte de costado hizo que los kilómetros pareciesen millas.
Yecla nos dió la bienvenida con su polígono industrial dedicado prácticamente en su totalidad al mueble. En una gasolinera del polígono habían parado parte del sector cartagenero y algún agregado más que se nos unen hasta Yecla, donde casi todos ellos continúan y nosotros paramos a comer un bocadillo que nos hemos ganado a pulso.

 * En el Nelva.

Ni el bocadillo ni la simpatía del dueño del bar eran para recordar, así que no nos entretenemos mucho allí. En teoría, los 80 kilómetros restantes hasta Murcia debían ser un mero trámite con terreno favorable y viento de culo, y así fue hasta Pinoso, donde volvimos a parar en un nuevo control y engrosamos el grupo con un par de unidades más.
A partir de Pinoso la calma va dejando paso a la tempestad y todos los que guardaban fuerzas a rueda con el viento de cara las sacan a relucir ahora, yendo a ratos muy rápido. Tanto fue así que me comí un buen agüjero en el asfalto coronando el Algarrobo que me hizo reventar la rueda trasera.
Más de uno se acordará durante unos meses de la bajada del Algarrobo. La velocidad y el viento fuerte lateral proporcionaron algunos sustos. De ahí para delante el viento supuestamente favorable no lo fue tanto, teniendo que remar a base de bien en según qué tramos. Poco a poco el grupo que tan bien avenido había estado desde el Hondón, dejó de estarlo y en la subida al Pantano se rompió definitivamente. Yo me quedé por detrás intentando reunificar pero sólo lo pude hacer parcialmente, aunque si que estaba toda la gente que me interesaba, así que bien.

 * Casi todo el grupo.

Un resbalón de Ginés, que quedó en un pequeño susto, nos puso en Murcia, poniendo punto y final a otro día más de ciclismo eólico.

No hay comentarios: